Para poder responder al interrogante que aquí me convoca he revisado lo propuesto por las y los investigadores colombianos, encontrando que este campo de investigación ha sido estudiado ampliamente en los últimos años, sin embargo, después de una revisión exhaustiva me he reconocido en las palabras de Luis Alfonso Ramírez y Alfonso Cárdenas Páez, quienes han dedicado parte de su trayectoria a la investigación de la didáctica del lenguaje. Ambos teóricos tienen una mirada divergente de lo que tradicionalmente se concibe en el campo, no sólo de la didáctica, sino de la educación y todo lo que ella implica. Por ejemplo, para Cárdenas Páez (2011), la escuela es entendida como una comunidad de habla donde se explica, se experimenta, se razona, se sistematiza, se modela, se dialoga, se participa, se discute, se describe, se analiza, se compara, se contrasta, se ilustra, se crea, se critica, se propone, se interpreta y se argumenta (p. 98). Es decir, la escuela es un mundo de posibilidades, pero ante todo de acción, donde los sujetos se involucran en y con ella.
La palabra didáctica es quizá una de las más usadas por los docentes, tanto en formación como en ejercicio, y al ser tan usada su definición puede llegar a ser un problema, pues de manera ambigua y amplia se ha ido denominando didáctica a un sinnúmero de actividades relacionadas con el proceso de enseñanza y aprendizaje. Quizá esta sea la razón por la cual en los últimos años los docentes investigadores han puesto su mirada en el concepto y en sus distintas aplicaciones en el proceso educativo. Para esta reflexión sobre los saberes que configuran el campo de la didáctica del lenguaje, tomaré como base que “la didáctica debe concebirse como un discurso que ofrece estrategias en los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero también en la construcción de conocimientos como una de los énfasis en las pedagogías contemporáneas” (Ramírez Peña, et al. 2018, p. 13). La didáctica tiene como fundamento la diversidad de personas, de valores, de culturas, de pensamientos, de estilos de conocimiento y de actitudes.
Como disciplina emergente la didáctica ha ido desarrollándose al margen y de manera complementaria con otras disciplinas relacionadas con la educación, como la pedagogía; según Cárdenas Páez (2011), la pedagogía de los procesos dispone los medios textuales y contextuales para generar discursos y la conciencia del uso social y de los poderes del lenguaje, tanto en la vida cotidiana como en la gestión pedagógica de maestros y alumnos (p. 98). Uno de los aportes de esta mirada es su amplitud, pues concibe una didáctica desde libertad, basada en valores históricos, la cual promueve el aprendizaje responsable y deliberado, enseña al estudiante a aprender de manera continua y organiza sus estrategias con apoyo de manera continua. En este sentido, pensar el lenguaje en clave de manera de expresarse, sería insuficiente.
El lenguaje es, mediación, dialogismo, polifonía, su estructura no es rígida ni exclusivamente compuesta por relaciones dicotómicas, excluyentes como tampoco su sistema es sólido, estático, permanente que se conserva para garantizar la comunicación interhumana. No, el lenguaje es plástico, flexible, elástico y es un sistema semiótico multinivel, orgánico, autorreferente y dinámico, en permanente cambio, sujeto a circunstancias y condiciones pragmáticas, complejo en sus múltiples maneras lógica y analógica de significar la realidad y de construir visiones dialécticas y analéticas del mundo (p. 239)
Reconociendo en lo propuesto por Cárdenas Páez que el lenguaje es un sinfín de posibilidades, se plantea que la lectura debe ser pensada y realizada en una perspectiva hermenéutica crítica, la cual es indispensable para hacer mejor uso de los textos, y contextos, no sólo hablamos de los que tienen grafías, sino de los presentados en la televisión, el computador, el libro e incluso al escuchar al otro, pues el mundo está hecho de mensajes y éstos mensajes están permeados por una ideología, o en términos de Bajtín ideologema.
El ideologema es el cuerpo ideológico que sustenta la visión de mundo que se hace presente en la obra por medio del objeto estético. Todo ideologema es una forma de enunciado y traduce lo real del texto o su sistema de valores en un diálogo con un horizonte ideológico. Según Altamirano & Sarlo, el ideologema “articula los contenidos de la conciencia social, posibilitando su circulación, su comunicación y su manifestación discursiva” (1983, p. 35). Cárdenas Páez, citando a Kristeva, manifiesta que la educación debe ser capaz de leer los ideologemas como una función intertextual (p. 247), es decir, la educación debe generar las condiciones para que los sujetos puedan reconocer, analizar y acercarse de manera crítica al lenguaje.
Para concluir puedo decir que los saberes que configuran la didáctica del lenguaje desde la visión de pedagogías dialógicas convierten al acto comunicativo como un encuentro entre el maestro y el estudiante en extraposición profunda, generando con ello un momento pedagógico intensivo. En otras palabras, se educa para la acción y por lo tanto no se puede dejar el mundo fuera del acto de educar y educarse.
Referencias
Altamirano, C., & Sarlo, B. (1983). Literatura / Sociedad (Primera ed.). Buenos Aires: Hachette.
Cárdenas Páez, A. (2011). Lingüística Crítica y pedagogía del lenguaje. Ignis, (3&4), 90-105. Recuperado a partir de https://revistas.cun.edu.co/index.php/ignis/article/view/80
Ramírez Peña, L. A., Molina, V., & Cisneros Estupiñan, M. (2018). Didáctica del Lenguaje y la Literatura. Retrospectivas y perspectivas. Bogotá, Colombia: Ediciones de la U.
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