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  • Foto del escritorMaría Osorio Gómez

IMÁGENES DE INVERSIÓN POR CONVERSIÓN PRESENTES EN LA NOUVELLE LA MUERTE Y LA MUERTE DE QUINCAS BERRO DÁGUA

Jorge Amado, escritor brasileño. Nace el 10 de agosto de 1912 en el municipio de Itabuna y muere el 6 de agosto de 2001 en la ciudad de Salvador. Publicó su primera novela, El País del Carnaval, en 1931. En 1947, el Partido Comunista Brasileño, del que hacía parte Jorge Amado, fue prohibido y sus miembros perseguidos y encarcelados. Jorge Amado tuvo que exiliarse con su familia en Francia, donde permaneció hasta 1950. En 1959, publicó en la revista Senhor, la nouvelle La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua; su primera edición fue en 1961.


La nouvelle La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua de Jorge Amado, muestra la metamorfosis que sufre un correcto funcionario al llegar a la jubilación de su cargo como funcionario de Rentas de la Provincia, de la ciudad de Bahía. A los 50 años Joaquim Soares da Cunha decide abandonar su vida de correcto ciudadano, padre responsable y esposo ejemplar, para convertirse en Quincas Berro Dagua, rey de los vagabundos de Bahía. Con la muerte de Quincas Berro Dagua da inicio la historia, pero ¿a quién se debe enterrar? A Joaquim Soares da Cunha para que regrese la paz y la honra a su familia o a Quincas Berro Dagua y así darle la despedida que merece un marinero de tierra firme como era él.


Las metamorfosis que sufre el personaje brindan a la nouvelle la posibilidad de jugar con las imágenes y sus múltiples significaciones, lo cual será el recurso principal del análisis presente en este texto. Para lo cual, se hace necesario la tipología novelesca, pues se manejan dos tipos de imágenes: de inversión y de mediación. Las imágenes de mediación son aquellas que representan una dimensión de enlace y/o de mediación entre dos opuestos. Mientras que las imágenes de inversión van a potencializar una coincidencia de opuestos, lo cual permite un cambio cualitativo de la imagen. Las imágenes por inversión se pueden clasificar en cinco tipos: por conversión; por reduplicación; por doble negación; por morfosintaxis icónica; e intericónicas.


Imágenes de inversión presentes en las metamorfosis de Quincas Berro Dágua.


Gérard Genette (1985) define el paratexto como una presencia muy activa alrededor del texto, los cuales son: títulos, subtítulos, prefacios, notas contratapa, y muchos otros entornos menos visibles, pero no menos eficaces que son, para decirlo de alguna manera un tanto rápida, la vertiente editorial y pragmática de la obra literaria y el lugar privilegiado de su relación con el público y, por su intermedio, con el mundo. Por ejemplo, el titulo de la novelle La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua, pues se constituye como el primer índice, el cual muestra, además, la organización lógica de una imagen de inversión por doble negación; lo cual “es literalmente una negación de la negación que destruye en términos icónicos, en nuestro contexto, el efecto de una primera negatividad atributiva de uno a varios sujetos de imagen.” (Gómez, págs. 104, 106)


Es decir, una negación o un acto negativo se destruye o se transforma con la aparición de otra negación u otro acto negativo. Tal como sucede en el paratexto La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua; la muerte se ha considerado como un acto negativo, el cual represta la terminación de la vida, la podredumbre, el fin, la tragedía; pero al realizar una duplicación de ese acto su apariencia se transforma y el sujeto que realiza el acto, Quinca Berro Dágua, establece la acción como positiva. Dado que, la muerte pierde la concepción de hecho implacable y terrible para convertirse en un placer, en una acción que libera y, en el caso de Quincas, mitifica; esa muerte no mata. Según Gómez, la doble negación es un procedimiento imaginístico en el que se descubre que lo negativo es, al mismo tiempo, lo positivo; es reversibilidad, es creación, es negatividad productiva, no trivial o estéril. (pág. 107) Es así como la novelle resignifica el acto de morir como una expresión más de libertad, lo cual le da a la muerte un mayor valor y la convierte así, en un hecho extraordinario, e incluso deseable.


Antes de ser Quincas Berro Dágua era Joaquim Soares da Cunha “correcto funcionario de la Dirección de Rentas de la Provincia, jubilado después de veinticinco años de buen y leal servicio, esposo modelo ante quien todos se sacaban el sombrero para estrecharle la mano.” (pág. 23) Luego fue conocido como Quincas Berro Dágua “Rey de los vagabundos de Bahía (…) El mayor bebedor de aguardiente de San Salvador, el filósofo harapiento de la rampa del Mercad, el senador de los bailongos, el vagabundo por excelencia.” (pág. 37) 


¿De qué manera un mismo cuerpo puede llegar a ser dos personas opuestas? Según la teoría de Durant, citada por Gómez, esto es una “transmutación icónica que puede suceder en el mismo objeto de la imagen; es decir, que este mismo se convierta o pase a ser un opuesto con la ayuda de elementos o imágenes utensilares.” (pág. 89) Pero esta transmutación no sucede de la nada, la imagen no cambia por sí misma. Existe un núcleo germinal; “una imagen germinal; o sea, con capacidad de brotar en un renovado acaecer de existencia matizada y contradictoria”. (Gómez, pág. 87). Es así como la tía Marocas nos da ese núcleo germinal.

-Pobre Joaquim… Tenía buen carácter. No hacía las cosas con mala intención. Le gustaba esa vida, es el destino de cada uno. Desde chico fue así. Una vez, ¿te acuerdas, Eduardo?, quiso huir con un circo. Le dieron una buena paliza. –Dio una palmada en el muslo de Vianda, como disculpándose-. Y tu madre, querida, era bastante mandona. Un día, Joaquim vino a verme y me dijo que quería ser libre como un pájaro, la verdad es que era como simpático.” (págs. 31-32) 

Encontramos pues, un antecedente, un germen de ese Quincas Berro Dágua en el respetable Joaquim. Con este elemento se esclarece un poco la razón de su metamorfosis. Gómez nos explica que “la conversión aquí es cambio, metamorfosis, mudanza de vida de una imagen. La imagen muda por inversión en su quehacer de vida imaginaria renace no sólo bajo otro signo valorativo simbólico contrario, sino también, con él, en otro acaecer objeto ficcional.” (Gómez, pág. 87) 


Recopilemos las metamorfosis de Quincas. Primero es Joaquim Soares da Cunha que se transforma en Quincas Berro Dágua, después de su jubilación. Para lo cual encontramos el momento exacto en que la metamorfosis ocurre:

“La verdad era que Joaquim sólo había empezado a contar en sus vidas cuando, aquel día absurdo, después de haber tratado a Leonardo de “mala bestia”, las miró a ella y a Otacília y les espetó en la cara, inesperadamente:
-¡Víboras!
Y, con la mayor tranquilidad del mundo, como si estuviese realizando el más banal de los actos, se fue y no volvió nunca más.” (pág. 40)

¿Pero qué lleva a Joaquim, respetuoso caballero a llamar “víboras” a su esposa y a su hija? Realmente merecían este trato o fue a causa de la metamorfosis de Quincas. Y sí realmente este fue un elemento que llevo a Joaquim a abandonarlo todo y ser Quincas el Rey de los vagabundos. Para confirmar esta idea, detengámonos en las apreciaciones que los diferentes personajes hacen de Otacília, su esposa.


Al lado, en un marco idéntico, con la mirada acusadora y la boca de expresión dura, estaba Doña Otacílda, con un vestido de encaje negro. El santero estudió la agria fisonomía: -No tiene cara de mujer que engaña al marido. En compensación, debe de haber sido un hueso duro de pelar. ¿Santa mujer? No creo. (pág. 21)

Otacília es una mujer dominadora, representante de su clase, que se siente orgullosa de los triunfos sociales y económicos de su esposo, el cual aparece a su lado más como un títere, que un ser humano con ideas y sentimientos propios. Por esta presión de años Joaquim decide liberarse y vivir como siempre soñó, como Quincas el vagabundo por excelencia.


Regresando a las metamorfosis del personaje en el momento de su muerte, la familia del respetado Joaquim cree que recuperará la imagen del impecable señor y con un cambio de utilería –ropa- transforma al Rey de los vagabundos de Bahía en el correcto funcionario de la Dirección de Rentas de la Provincia:


Los hombres de la empresa funeraria habían hecho un buen trabajo, eran experimentados y capaces. Como dijo el santero, que pasó para ver cómo iban las cosas, ‘no parecía el mismo muerto’. Peinado, afeitado, vestido de negro, camisa blanquísima y corbata, zapatos lustrosos, era realmente Joaquim Soares de Cunha quien descansaba en el féretro. (pág. 36)

Pero esta transformación no es completa, se podría afirmar que no es una metamorfosis en sí, es simplemente un disfraz, ya que Quincas Berro Dágua sigue presente. Su cadáver se resiste al dominio de su familia y se burla abiertamente de su hija.


Vio la sonrisa. Sonrisa cínica, inmoral, de persona que se divierte. La sonrisa no había desaparecido, contra ella nada pudieron hacer los especialistas de la funeraria. Pero también ella, Vanda, se había olvidado de recomendarles, de pedirles una expresión más adecuada, más de acuerdo con la solemnidad de la muerte. La sonrisa de Quincas Berro Dágua había permanecido intacta, y delante de semejante sonrisa de mofa y de gozo ¿de qué servían los zapatos nuevos? (pág. 41)

La risa de Quincas es inmoral, pero qué risa no lo es. Según Stern (1950) la risa degrada todos los valores establecidos. “La risa como la expresión de una degradación de valores, se muestra reversible en el sentido de que la risa no sólo es provocada por una degradación de valores, sino que puede también provocarla allí donde no existía.” (pág. 53) Es esto lo que busca Quincas, él que ha vivido diez años en el mundo al revés no puede permitir que la solemnidad de la muerte lo devuelva al principio de realidad que ha abandonado.  Además, esta risa de Quincas vaticina el triunfo del carnaval.


Como tercera imagen de inversión por conversión se encuentra el regreso de Quincas Berro Dágua con toda su indumentaria.


Quincas parecía aliviado cuando le quitaron la chaqueta negra y pesada, abrigadísima. Pero como continuaba escupiendo el aguardiente, le sacaron también la camisa. (…) El negro Flequillo recogió del rincón del cuarto las viejas ropas del amigo; lo vistieron con ellas y volvieron a reconocerlo: -Ahora sí que es el viejo Quincas. Estaban contentos. Quincas también parecía más alegre, libre de aquellas incómodas vestiduras.” (pág. 74)

Con el cambio de ropa, la solemnidad de la muerte se desvanece completamente. Quincas ha vencido de nuevo el principio de realidad, el carnaval le devuelve a la muerte eso que Octavio Paz denomina la muerte ritual, la cual “suscita el renacer; el vómito, el apetito; la orgía, estéril en sí misma, la fecundidad de las madres o de la tierra. La Fiesta es un regreso a un estado remoto e indiferenciado, prenatal o presocial, por decirlo así. Regreso que es también un comienzo, según quiere la dialéctica inherente a los hechos sociales.” (Paz, 1950, pág. 56) 


En síntesis, en la nouvelle La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua se encuentran todos los elementos que transgreden el orden establecido, pero no generando la abolición del principio de realidad, sino que todo confluye en una misma ciudad. El orden y el caos, cada uno con sus protagonistas y sus misterios; pero lo uno no anula a lo otro, pues muestra la duplicidad de la isla.


Para finalizar, la frase póstuma de Quincas Berro Dágua: “Que cada cual cuide de su entierro; no hay imposibles.” 



Bibliografía

 

Amado, J. (1985). La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.

Gómez, M. A. (s.f.). El idioma de la imagen novelezca. Editorial Poesis.

Paz, O. (1950). Todos santos, día de muertos. En P. Octavio, El laberinto de la soledad (págs. 51-71). Bogotá: Fondo de Cultura Económica.

 Stern, A. (1950). Filosofía de la risa y del llanto. (J. Cortazár, Trad.) Buenos Aires: Edición Imán.

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