Sin título
- María Osorio Gómez
- 18 sept
- 2 Min. de lectura

Alguna vez en un ejercicio de reconocimiento o quizá de escritura me preguntaron si pudiera tener un superpoder cuál tendría. Ahora mismo no recuerdo que respondí. Pero, es una pregunta que me hago con frecuencia, con una especie de anhelo y ensoñación en el tono.
Es decir, en las mañanas mientras preparo el desayuno, las onces, me alisto para el trabajo y todas las pequeñas tareas que surgen a las 4:30AM, quisiera tener los brazos del Doctor Octopus, así con la agilidad y la fuerza para ejecutarlo todo, mientras pienso en ello, acaricio la idea de poder dormir unos minutos más.
Otras veces, cuando estoy muy cansada quisiera tener el poder de Kakaroto y ponerme dos dedos en la frente y teletransportarme sin dificultad. Llegar a cualquier lugar sin problema, así no tendría miedo de quedarme dormida mientras manejo. Ahora mismo mientras escribo estas líneas quisiera tener el poder de silenciar el mundo, o bueno, al taladro que rompe la pared y retumba en mi cabeza.
También he pensado que sería genial poder quitarte algunas partes del cuerpo, limpiarlas, dejarlas en reposo, y luego, tal vez después de unos días volver a usarlas sin mayor problema. No sé si eso sería un superpoder, pero sería genial.
Entonces, comprendo que lo único que anhelo es la quietud, la calma, el silencio, la ausencia de cansancio. Acaso necesitaré superpoderes para lograr esto. He probado varias cosas. He probado la medicina natural, los fármacos, la terapia, el amor, el odio, el estoicismo, el positivismo, el feminismo, el humanismo, el vanguardismo y todas las palabras terminadas en ismo que se le puedan ocurrir y nada parece calmar esta ansias de superpoderes.
Cualquiera diría, escribe mujer, crea tu propio mundo y si es necesario en ese mundo te dotas de poderes. Pero, ya lo he intentado, y suena tan falso, tan ruin y miserable que la hoguera es lo único que le queda a ese mundo mal construido.
Y si usted ha llegado hasta el final de este texto sabrá que esto no es un anhelo, es más un grito de desesperanza.




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